viernes, 14 de octubre de 2016

La Capa de Plumas o acerca de las abuelas y cuánto extraño a mi nona

La Capa de Plumas

Tuve una capa de plumas blancas
que una vez compré en París.
Hoy, en el medio de la noche,
treinta años después,
me acordé que la perdí
y pensé en vos
que me la guardaste tanto tiempo
en tu placard
siempre adentro de la misma bolsa.


Pensé en vos
en tu feroz amor por mí
y también pensé

cuánto te extraño.

Pensé que si algo
quedó de vos en mí
ojalá sea
la misma ferocidad en el amor
para con los míos.

Nunca tuve dudas
ni en los peores tiempos
de mi mala vida
que vos estarías ahí
para mí
con tu incondicionalidad arbitraria
con tu puro sentimiento parcial a mi favor.


Volví a ellos
una y otra vez
como si vos hubieras sido
el faro de todo mi pre-existir
antes de la amarga adultez
que se me vino encima.

Recuerdo tu voz en el teléfono
diciendo
solo llamá y decime que estás viva
recuerdo
tu voz diciendo
no te preocupes
cuando todo se derrumbaba
para siempre
y lo único a lo que volver
eras vos
y la certeza de saber que allí estarías.

Tu explicación serena de la muerte
me resarció de todo el miedo y el dolor
acumulados.

Nunca necesité pedirte perdón
y esa es la medida del amor que nos tuvimos.

Me hacés falta
me harás falta cada vez más
a medida que me adentre
en esta farsa estúpida que es
mantenerme viva.

Me hacés falta
porque para vos siempre fui la misma:
nada pudo cambiar nunca
tu mirada puesta sobre mí.

Así que hoy
cuando en el medio de la noche,
pensé en mi capa de plumas de París
me acordé de vos tan, tan clarito
que tuve que prender la luz
para escribirte este poema
antes de ponerme a llorar.

Gaby Mena /foto al pie: Juan Quirno (gracias por tu paciencia infinita)



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