miércoles, 24 de agosto de 2016

El comienzo de todo o la poesía a los 12 años

El libro era de tapas duras enteladas. El entelado era rústico, blanco tirando a amarillo, ya viejo. Las letras del título eran verdes.
Eran las Rimas, de Gustavo Adolfo Bécquer. Y a mí me cambiaron la vida.
A mis 12 años, ya era una buena lectora.
Pero nunca había leído poesía.
Yo era una nena solitaria, que sentía más fea que el patito feo. La música de las palabras me entró de lleno al alma y ahí se quedó...me parece que hasta ahora.
Así que, en el comienzo, fue Bécquer.

 

En los cuadernos de tapa dura, que yo forraba y adornaba con calcomanías, escribí mis primeras poesías. Con una rima bien machacona.
Escribí y escribí. Horas y horas. Contando las sílabas. Enamorada de la música.
Y entonces llegó Pablo.
Era una edición en rústica, de hojas amarillas que se quebraban.El título estaba centrado en el medio y había una especie de recuadro de hojas que lo enmarcaba. Los 20 poemas de amor resonaron en mi corazón.
Les pido que lean el poema con los ojos y los oídos de sus trece años.




Me arrasaron. No podía escribir de otra manera.
Y esos poemas hablaban de mí: YO era alta y taciturna como los pinos y los mástiles. YO entristecía de pronto como un viaje. ¿Entonces había otra gente en el mundo que se sentía como yo? ¿Y cómo sabía ÉL esas cosas?¿Cómo podía decirlas de ese modo?
Como el viento de la isla Negra, mi corazón latió enloquecido.
Los versos del capitán llegarían más tarde, pero los 20 poemas acunaron mis noches. 
Y yo escarbaba en las palabras de mis poemas, tratando de que dieran música.
Mañana les sigo contando
Gaby

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