lunes, 19 de septiembre de 2016

León lee poesía mañana o acerca de José Luis Mangieri y el recuerdo

Mañana lee León en Eterna Cadencia, convocado por ese grosso escritor que es Juan Diego Incardona. Hasta aquí, una pasada de aviso de madre orgullosa.
Pero detrás de la voz de mi hijo, el hoy poeta León Pereyra, una marejada de voces se alza con la poesía como motivo.


El viaje empezó temprano, pero creo no equivocarme si digo que fue José Luis Mangieri, a quien siempre llamé el tano, como si lo conociera de toda la vida, el que vino a iluminar el camino. No el mío, pero el de León , estoy segura.
Yo no sabía quién era Mangieri ( es así, uno no sabe todo ni conoce todo), pero un día apareció su nombre en un suplemento, comentando un poema que finalizaba  con las palabras (nunca lo he podido olvidar): "todo lo que se pudre forma una familia". Pertenecía a Fabián Casas. Yo nunca lo había leído, pero mi almita punk ochentosa se conmovió profundamente. Pensé: a este tipo sí me gustaría mostarle mis poemas. No a Casas, sino al que elegía ESE poema. Así que busqué el teléfono y lo llamé. De esa manera entró a mi vida José Luis Mangieri.


El tipo llegó a mi departamento de la calle Díaz Velez con dos paquetes de libros bajo el brazo envueltos en papel madera. 
- Tomá, nena, te traje unos libro de mi editorial- fueron las palabras mágicas.
Nadie que llega a la vida de uno regalando libros puede no ser querido ipso facto. Eran de su Editorial Libros de Tierra Firme, que editó poetas y poesía cuando nadie quería hacerlo, porque los poetas no éramos, no somos reedituables.
-Ojo con las minas, que se vienen con todo- me dijo. Y me terminó de ganar el corazón. Agarró mi borradores y empezó a contar las página calculando los pliegos para la imprenta. Todavía están guardados en mi biblioteca.
Yo no entendía bien...¿eso quería decir que estaban bien?¿ Que le interesaban?
Sí, le interesaban, pero yo nunca pude juntar la guita para la imprenta, aunque el tano me explicó cómo y de qué manera conseguir el crédito a través del Fondo Nacional de las Artes.


- Decime, ¿vos sos tan difícil con el fotógrafo como conmigo?- me preguntó un día en una pizzería de Godoy Cruz y Santa Fe, refiriéndose a mi pareja- Mirá que das más vueltas....
Pasó el tiempo. León seguía escribiendo y peleábamos palabra a palabra mis correcciones de sus poemas.Hasta que un día le dije:
-Vamos a mandárselos a  Mangieri.
A esa altura ya sabíamos que José Luis había sido el editor de La Rosa Blindada, nada menos.  Y que era un tipazo.
Le hicimos llegar los poemas. Yo estaba más nerviosa que si fueran mis originales. Hasta que un día no aguanté más y lo llamé.
- Escribe bien tu pibe- me dijo-Decile que me venga a ver.Tiene un poema que habla justo de lo que me está pasando a mí.
Me conmovió tanto la simpleza con que ese hombre de 84 años se identificaba con el poema de un pibe de 17.  Me enseñó de una vez y para siempre que el poema es un vehículo igualador de almas. Una herramienta de conocimiento.

                 

Así que León fue a la casa de José Luis. Pudo conocer la famosa biblioteca del tano. Tuvo su charla mano a mano con él.
José Luis Mangieri falleció una semana después.
Pero dejó su impronta en el corazón de mi hijo. Mucho después, llegó su trabajo como librero en Plaza Italia. Y el comienzo de su propia editorial,  Subpoesía. De todo eso hablaré otro día.



Porque hoy el asunto arrancó con una lectura de poesía ...para que vean que no me olvido...
Pero se me cruzó el recuerdo del tano Mangieri en el camino.
La pucha, cómo me gustaría poder invitarlo a que venga mañana.
Seguro que lo pasaríamos muy bien, rodeados de tantos poetas jóvenes.
Gaby Mena

   

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